martes, septiembre 13, 2005

Capítulo 1. Tercera parte: La Caravana de los Faldas de Paja.


Capítulo 1.

Tercera parte.
La Caravana de los Faldas de Paja.

Cuando ya estaba aburrido de estar encerrado en su habitación y con un poco de hambre nuestro agente decidió tomar desayuno en el comedor del viejo hotel. Se encontró con Ona-Legal que le ofreció un plato típico de la zona llamado "ledanía". El nombre parecía algo suave, pero su al ver su aspecto no era tan seductor. Si bien no le resultaba del todo agradable aquel amable ofrecimiento de Ona, el joven vio el desayuno como todo un reto y aceptó.

Se fue con su extraña masa verde con manchas rojas, a una pequeña mesa junto a una gran ventana que daba a la calle. Tenía esperanzas de poder tomar desayuno tranquilo, y su objetivo se estaba cumpliendo, porque salvo por la presencia de Ona-Legal que corría de un lugar a otro, esa mañana estaba siendo bastante apacible. Acomodándose en su silla, Daniel miró por la ventana que estaba a su lado izquierdo, observando los edificios de la zona, y fascinado por el reflejo del cielo en las ventanas, el cual tenía una bella coloración rosada, y que esa mañana en particular estaba cubierto de muchas nubes de antojadizas formas, que de vez en cuando tapaban el sol. Estando ya relajado, volvió a mirar su plato y jugó un poco con su cuchara tratando de dilucidar que contenía aquella masa. Se armó de valor y lentamente fue acercando el alimento hasta su cara, el olor era penetrante, olía a detergente y eucaliptus, tocó la masa con la punta de la lengua y era bastante dulce. Saboreó un poco y la tragó sin asco, definitivamente la "ledanía" era el plato más sabroso que había comido en mucho tiempo.

Cinco minutos después, comenzaron a sentirse tambores a lo lejos, junto a un gran bullicio. El ruido era un tanto molesto y cada vez parecía venir de más cerca, pero eso no le impedía a Daniel disfrutar su rico desayuno. Cuando el sonido ya se sentía más cerca, pudo distinguir que éste era un tanto arrítmico, un poco fúnebre, lento y pausado, al parecer era una suerte de marcha. A los pocos minutos el ruido ya era insoportable, acabando con la poca paz que Daniel había tenido en la Isla. Mientras se preguntaba: ¿acaso no podía haber una hora de tranquilidad al día en esa pequeño pedazo del mundo?, vio que se acercaba una caravana de hombres vestidos con faldas de paja, cada uno con inmensos tambores. Al medio iba una carroza, parecía una procesión, quizás una marcha fúnebre por el estilo triste de la música. Las mirada de Daniel se clavó en la procesión, al medio llevaban de toda la gente había una carroza, a pesar del ruido el agente consideraba muy entretenida la situación.

Cuando la caravana estaba muy cerca del hotel, Don Nelson y Ona-Legal corrieron rápidamente hasta la puerta, y se arrodillaron; los vecinos y transeúntes hicieron exactamente lo mismo. Todos estaban besando el suelo, salvo Daniel que miraba fascinado por la ventana jugando con la cuchara endulzada con "ledanía". Cuando la carroza estuvo al frente de la ventana, Daniel vio a una mujer, que llevaba una tiara de piedras negras sobre la cabeza. Ella miró unos segundos a la cara del agente, y éste le respondió sonriendo. La joven dio un gritó alarmada al parecer, por la forma en que movía sus labios; desde ese monento la marcha acabó, la carroza se detuvo, y al parecer el show había acabado ya que por fin no había más tambores.

La mujer con la tiara se bajó de la carroza, y Daniel al verla más de cerca se dio cuenta que no tenía más allá de 25 años, y no pudo evitar su risa al ver su vestimenta, ya que tenía un sostén de cocos, pero a diferencia de los que ya había visto, éste se caracterizaba en que cada copa tenía un inmenso diamante a modo de pezón, que combinaban perfectamente con una larga falda, de perlas negras y diamantes un poco más pequeños que los del sostén. La joven abrió un abanico y se ventiló, mientras esperaba que dos mujeres más se bajaran también del antiguo vehículo. Las acompañantes iban dos pasos atrás de la joven de la tiara de perlas negras, una de ellas iba vestida muy elegante y formal, con una cámara colgando de su cuello como un turista japonés, la segunda llevaba una túnica de color púrpura, y un cráneo de oro a modo de medalla, ésta última mantenía su rostro oculto.

Seis guardias con lanzas, vestidos con el mismo uniforme que los tamborileros rodearon a las mujeres. Daniel llevó la cuchara una vez más a su boca, mientras la joven de la tiara caminó hacia la puerta del hotel, empujando con los pies a Ona y a Nelson para que se apartaran; ambos se hicieron a un lado si despegar la cabeza del suelo. En ese momento los guardias entraron y se dirigieron hasta el agente para apuntarlo con las lanzas, un poco más atrás llegaron las tres mujeres, en ese momento Daniel quedó petrificado.

La mujer que llevaba la cámara no paraba de tomarle fotos al agente, con la cuchara aún en la boca y con las lanzas apuntándole, mientras que la otra estaba con los brazos cruzados mirando fijamente. La joven de la tiara pidió a un par de guardias que se apartara, y con el abanico cerrado golpeó la cuchara, haciéndola salir violentamente de la boca de Daniel. Y como si el agente estuviese a 5 metros de distancia le gritó:

- ¿Y tú qué te crees para sonreír el día en que me siento mal?, ¿acaso no respetas la marcha del dolor de la reina?, ¿acaso no te infundo temor y respeto?, ¿cómo osas mirar a la reina mientras pasa su caravana?.

- ¿Perdón? - respondió el agente con un tono bastante pausado - en primer lugar me baja el tonito señora, y en segundo lugar, no tenía idea que había que arrodillarse y dejar de sonreír al escuchar esos odiosos tambores.

Inmediatamente Daniel sintió como las lanzas apretaban su piel, sin llegar a generar herida alguna, casi al mismo tiempo que las acompañantes de la joven gritona deformaban su cara de horror, en ese momento el agente comprendió que no era una broma lo que estaba ocurriendo, y que había cometido un grave error.

La joven de la tiara rompió en una carcajada más fuerte que sus gritos, y le replicó, "Se nota que eres turista, para tu información yo soy Fabiola XXI, Reina de esta Isla, antes de venir estos prepotentes deberían aprender algo sobre costumbres y respeto a las autoridades", Daniel pidió cínicamente las disculpas del caso, aunque un poco preocupado por los indígenas que lo rodeaban.

La mujer de la túnica púrpura mostró su rostro por primera vez, y algo le susurró a la reina. Doña Fabiola abrió su abanico y se volvió a ventilar, luego lo volvió a cerrar y comenzó a empujar el rostro de Daniel con éste, para ver sus facciones de lado a lado. Nuestro agente se sentía humillado, incómodo, impotente, pero no le quedaba más que soportar que esa mujer frotara el abanico de lado a lado por su cara, y de vez en cuando ser golpeado por este.

La reina hizo una seña luego de escuchar las palabras de la mujer de púrpura, y los guardias bajaron sus armas, nuestro agente se sentía un poco más aliviado. Ella lo miró fijamente, y volvió a jugar con su abanico:

- ¿Cuál es tu nombre turista insolente?

- Daniel su majestad, Daniel Etcheverria - respondiendo esta vez un poco más tímido.

- Muy bien Daniel, - dijo la reina, mirando al agente de lado a lado - Vamos a hacer una cosa contigo, como nadie puede ver a una reina directamente en su caravana, y cómo nadie puede sonreír el día en que yo me encuentro triste. Vamos a simular que jamás sonreíste. Aleja-Té - la reina dirigió su mirada a la mujer de la cámara - Tú sabes que hacer con esas fotos. Por otro lado, diremos que el joven insolente es mi amigo personal, porque si los opositores a mi régimen se enteran de que ya no me respetan, se sembrará el caos. ¿Escuchaste bien David?.

- Si su majestad, pero mi nombre es Da...Daniel - respondió titubeando.

- Soy la reina, yo mando acá, te llamarás como yo quiera - gritando una vez más - Tu nombre será Daniel. Bueno, para finiquitar esto, se te espera a las 21:00 horas en mi palacio.

- Su majestad, lo siento mucho pero tengo un compromiso a esa hora - ya casi no le salía la voz a nuestro agente.

- Me hartó este insolente, llévenselo a la cárcel y manténganlo en prisión hasta la hora de la fiesta, que el decida si desea salir libre y aceptar mi invitación, o que se quede encerrado hasta que se pudra. Aleja-Té hazte cargo del manejo mediático del asunto, decida o no decida ir a palacio. He dicho.


La reina le pegó un abanicazo con mucha fuerza esta vez, mientras que los ojos de la periodista brillaron mucho más que los diamantes a modo de pezón de su majestad. La reina se retiró muy molesta, mientras que los guardias rodearon al agente y lo llevaron hasta la cárcel. Pegada todo el tiempo a nuestro agente y tomando fotos cada 30 segundos, Aleja-Té realizaba bombardeos de preguntas tras el ensordecedor sonido de los tambores, preguntas muy impertinentes que Daniel se negó a responder durante todo el viaje. Él fue sin violencia, ya que no servía de nada oponer resistencia a los guardias, sólo empeorarían las cosas.

Cuando encaminaban al agente a la prisión, muchas cosas pasaban por la mente del hombre, cómo mantendría la reserva si estaría detenido, cómo hacer para ir al concierto de la Leona de la Frontera, las ganas que tenía de estar en su casa, la cara que pondría Montero si lo estuviese viendo. Se sentía cansado, humillado, tonto y con mucha mala suerte. Mientras que la periodista le preguntaba sobre a cuántas mujeres había violado antes de que lo expulsaran de su país de origen, si tenía conexiones con algún grupo terrorista, y desde cuándo que era amante de Agua Hirviendo, entre otras absurdas preguntas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

tenias razón..te odio! soy muy mala! pero no podría usar como vestido algo como un pareo ??onda hawai y ese estilo....me carga lo de la falda y el sostén de cocos!!!...es feeeeo.
gracias, atte
fabiola XXI

Alezita dijo...

Ale:

Me encanto tu historia, pero todavia falta por ver lo mala que soy..

:)

Besos


Aleja-te

Anónimo dijo...

Daniel:

Siento que el atuendo que le pusiste a la reina es muy sexista o eres un fiel admirador de Madonna...

de cualquier manera mi ropa debe ser aun mejor, no acepto nada que no sea muy vistoso.



Leona de la Frontera

Anónimo dijo...

insisto con mi cambio de vestuario :'( yaaaapo Daniel!
además solo tengo 24, falata para los 25!!!